Una vez escuché decir que D. Antonio Machado, poco
antes de morir, escribió este verso: estos días azules y este sol de la infancia.
Cómo se nota que era sevillano, no como yo que soy del norte. Imaginándome en
esa situación creo que habría escrito: estos
días grises y este orvallo incesante. Quien diga que el clima forja el
carácter de las personas con D. Antonio no atinó, no era precisamente la
alegría de la huerta. Sin embargo, en mi caso dicen que soy como un año en
estas tierras: con sus nubes negras de racimo, su lluvia a cantaros rotos y su apocado
veranito de san martín.
¡Pero cómo se alegra uno al sentirse señalado por un
furtivo rayo de sol! Y ese día te sientes como si alguien te apuntara con el
dedo desde un trono dorado, como si ese rayo sólo fuese para uso y disfrute de
uno mismo por siempre jamás; pero, al rato,
se funde en la camisa como una gota de sudor.
Para que luego digan que no soy alegre, si no es
culpa mía es cuestión del tiempo que hace de todo…..y de lo que hace la
climatología, también.
Hace poco estuve en el norte, pero esos días había mucha luz. Debe ser que a mí el tiempo me sonrió. La climatología también acompañó.
ResponderEliminarEl norte, a veces, se quiebra el cielo y deja pasar algún rayo, sólo alguno...
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