Chico, ese árbol que ves ahí lo traje en este bolsillo...

lunes, 10 de diciembre de 2012

DEL POEMARIO DE HANDLE WITH CARE

ALICIA Y EL ORIGEN DE SU ESPECIE


Alicia se adaptó al miedo
desde muy pequeña.
Desde muy, muy pequeña
gateó esquivando los golpes,
y las piernas con patadas.

Alicia desarrolló la capacidad
de quererse de forma autodidacta,
de alimentarse de la caricia del cartero
e inventó la técnica del llanto invertido.

Ahora, Alicia va a tener un hijo,
y ensaya las caricias y los abrazos
frente al espejo.
Alicia aún no sabe gobernar
en el vacío todo su afecto.
Pero sabe bien que una gota
de afecto concentrado
hace desaparecer el vacío
más resistente.

-Gajes de su oficio.

martes, 30 de octubre de 2012

MICRORRELATO: EL ESCAPARATE

Me quedé mirándola fijamente. Ella intentaba colocar los zapatos en equilibrios imposibles tras el escaparate de Zapatos Gamma. Descalza, con calcetines gruesos de color beige, unos jeans ajustados y una camiseta aún más ajustada, sufría para evitar pisar los adornos navideños de espuma blanca a modo de nieve.
Estiraba su brazo izquierdo hasta la balda más alta del escaparate a la vez que subía la pierna derecha para no perder el equilibrio. Seguramente en el mundo de la danza lo que estaba haciendo tendría un nombre francés, solo faltaba la música.
Lidia hablaba consigo misma intentando convencerse de que era esa la posición perfecta para las botas de ante y ese el lugar más visible para los zapatos de hombre. No se percataba de la gente que pasaba delante del escaparate en el que, sin pretenderlo, ofrecía un espectáculo gratuito para los peatones de aquella concurrida calle Rualasal. Quizás porque estaba ensimismada por hacer su trabajo al detalle, la contemplé si miedo a verme sorprendido, como si ella no pudiera saber que la miraba, como si la mampara no solo separara nuestros espacios sino también nuestros tiempos.
Después de que diera por terminada su obra, Lidia esbozó una sonrisa entre satisfecha y aliviada, se calzó sus botas y se perdió tras una cortina gruesa que separaba su mundo del mio. Una vez más.

lunes, 9 de julio de 2012

ARTÍCULO: DE HOMBRES, GAFAS Y CATEDRALES


Mis últimas gafas de sol iban firmadas, lo advertí poco antes de tirarlas por una incómoda raja de la lente derecha. Mis Roberto M. me dieron servicio menos de los esperado, causo baja para mis ojos antes de su segundo verano.

Es curioso ver cómo las cosas más insignificantes de las que hacemos uso cotidiano llevan su nombre con su apellido. He llegado a ver no solo gafas sino evidentemente todo tipo de prendas de vestir, muebles, zapatos, y un largo etécetera de objetos que aspiraban ser alguien y no un simple algo. Cuando veo esos objetos pienso en las catedrales, esos edificios con campanas y pobres a la puerta que elevaban -y a algunos, elevan- nuestros espíritus al visitar sus entrañas y que ni el propio Dios se atrevió a poner rúbrica.

Esta sociedad nuestra, en la que nos desvivimos por vivirla, rodeada de personas que algunas ya han perdido todas las letras de su nombre con sus apellidos, porque nadie responde ante y por ellas. Esta sociedad donde el hombre y la mujer anónima es la que se revela por dar significado a palabras como Democracia, Justicia, Trabajo, Ciudadanía...; esta sociedad es también y por desgracia, sobre todo, una sociedad en la que los objetos pueden aspirar a ser alguien, mientras los "alguien" pasan a ser "algo". Permítanme el inciso: me viene a la mente esos trabajadores indios y pakistanís de Dubai hacinados en los autobuses que los llevan al tajo diario:  levantar cientos de pirámides modernas llamadas rascacielos por un sueldo miserable y en condiciones infrahumanas, sin que el pudiente occidental diga nada, porque entiende que sería irrespetuoso con las tradiciones árabes.

De vuelta del inciso, la verdad es que no me apetece decir mucho más, quizás sea por esta manía que he adquirido recientemente de ir poco a poco convirtiéndome en cosa, en un algo que no dé mucha lata en su uso y manejo diario, y cuya característica principal sea más que la simpleza, la sencillez; que es el mejor estado de las cosas.


miércoles, 9 de mayo de 2012

EN BUSCA DEL SUGUS PERDIDO

Los sugus de ahora ya no son como los de antes, ahora son mas pequeños y más cuadriculados como si hubieran ido al gimnasio durante estos 30 años entre mi infancia y el presente. Han perdido también ese papelito blanco en forma de pañal bajo el de colores, señal inequívoca que ya se han hecho mayores.
En definitiva, no son lo que eran. Antes eran amables, achatados por los polos y más sabrosos al paladar exigente del niño experto en chuches. Esta tarde, en una estación, me ha dado por comprarlos, y ahi estaban en un tubo cuadrado, uno detrás de otro en perfecto estado de revista. Podría decirse que han sido envasados al olvido, porque: ¿quién no se acuerda del sabor de un sugus, de su caricia untuosa, de su cálido sabor estar en nuestra lengua y sobre todo de sus envoltorios de colores? Hoy he querido recobrar el sabor de entonces, el sabor -uno de los sabores- de mi niñez, pero me quedé en la tercera adolescencia, no he podido bajar de los 15 años, cuando todavía comía sugus pero no tenía ya el paladar tan fino, no me preguntéis el porqué.
Todo se pierde, hasta el buen sabor de un sugus recién comprado, por eso pensé en tragármelos sin más, por mucho zumo concentrado que diga que lleve, pero no es recomendable dejarse llevar por el rencor a unos caramelos sobre todo si te los llevas a la boca, así que aquí lo tengo dando vueltas en mi boca, pensativo y circunspecto, como si él también intentara recordarme, como si intentara advertir si aún hoy queda algo de aquel que fui.

ARTÍCULO: LA COSA

Creo en ese noble arte de gestionar la cosa pública que es la política y no en ese arte (porque arte es hasta el de la guerra) de que la cosa política domine lo público. ¿Qué es la cosa? Pues además de una película de mucho miedo de los años 80 de la que han hecho un remake recientemente que no está a la altura del original; pues digo, además de eso, es algo que es de todos pero que nadie lo siente como suyo,  a veces incluso  hasta cuando nos lo roban. No lo vemos con nitidez, es algo amorfo, insípido, inoloro....como el agua, pero como el agua imprescindible para que exista vida: la vida pública, la vida social.
No me estoy refiriendo sólo al mobiliario urbano, o a los presupuestos del Estado, o al cuerpo de leyes, o los Servicios Sociales, o a la Educación, etc.; sino pienso en la idea de sociedad, a la existencia de la idea de ciudadano. Cuando el peatón, ese que cruza por la calle, va de aquí para allá, paseando por una acera o un jardín público o se introduce en un edificio que tiene placa de inauguración; pues ese ciudadano si deja de pensar que trabaja y paga impuestos para seguir haciendo eso, pues es que la cosa no va bien y puede empezar a pesar que la gestión pública de la cosa idem, es como una película de miedo (a veces más esperpento que otra cosa).
Es comprensible que entonces  en el ciudadano nazca un sentimiento de desapego a la política o por extensión a todo lo que emana de  ella. Es probable que empiece a ver lo publico como algo sin rostro, alejado de sus intereses, más cercanos  a los de otros, como si fuera un órgano que carece de funciones ciertas y que ha pasado a ser algo inservible.
Hay que tener cuidado con eso porque si el ciudadano empieza a ver que la cosa pública tiene poco o nada de público y solo es cosa, entonces puede empezar de verdad la película de miedo, sólo hace falta mirar el renacimiento del fascismo en alguno paises europeos.

viernes, 20 de abril de 2012

ARTÍCULO: PARECE PRUDENTE MORIRSE

Uno de los índices que se toma para determinar el grado de desarrollo de un país es la longevidad. En España la esperanza de vida en mujeres está sobre los 82 años y en los hombres sobre los 79 años, uno de los más elevados del mundo.
Lo que parecía ser un logro de nuestra sociedad, producto de los avances en medicina y el mayor bienestar, es hoy un inconveniente. La inminente reforma de la sanidad en la que se   introducirá el copago en medicamentos y en servicios sanitarios, el aumento de la edad de jubilación a los 67 años y la creciente figura de abuelo-canguro; son ejemplos de que no se puede llegar a viejo relajado. La esperada y merecida recompensa de la jubilación  no tiene ahora tanto de jubilosa. Movimientos como los iaioflautas (http://www.iaioflautas.org/) que salen a manifestarse por sus hijos, sus nietos y también por su propia situación son el reflejo de que la llamada "tercera edad"  no es una edad pasiva.
De lo que no estoy seguro es que el Estado -ese vólcan que no cesa- se vaya a conformar con eso.  Se podría llegar a pensar que en su afán recaudatorio y "recortatorio" podría prohibir alcanzar  cierta edad de vida por peligro de inestabilidad presupuestaria. Como en la  película In Time: a partir de los 65 años se les daría un crédito en tiempo para unos pocos años (recogido en los presupuestos generales del Estado, claro está) que solo podrían ampliar aquellos que se lo pudieran sufragar, evitando una carga para todos en gastos sanitarios y sociales.
Ahora, mirémoslo desde de otro modo:  hoy por hoy se recortan servicios básicos que son imprescindibles para mantener niveles básicos de calidad de vida para grupos muy vulnerables, especialmente para los mayores (Dependientes, con pensiones bajas, si apoyo familiar, etc), al final lo que se está ejecutando es uan sentencia tácita que es la de que si eres pobre vivirás menos. Me viene a la memoria aquellos Estados nada democráticos, que no hace tanto tiempo practicaban leyes eugenésicas para la pureza de la raza. En aquel caso se perseguía lograr el Hombre ario puro, en éste, al Hombre privatizado puro.
Muy probablemente cuando este volcán cese saldremos más fortalecidos: sabremos apreciar lo que es realmente valioso;  pero, mientras, en este braceo del ahogado colectivo, creo que muchos -los más débiles- se hundirán sin comprender el porqué.

viernes, 13 de abril de 2012

MICRORRELATO: SEBAS Y EL PROFESOR ANÓNIMO


Él me llamaba Sebas, pero yo me llamo Carlos. Fue mi profesor de gimnasia durante la primaria. Pasado el tiempo -demasiado- cuando me tropezaba con él, siempre  me llamaba así: Sebas; yo no le corregí la primera vez y así me rebautizó para siempre.
Yo no recordaba cómo se llamaba él, pero lo que sí recordaba era su BMW rojo de importación que por los años 80 apenas se veían. Algo había escuchado sobre su pasado: que había vivido un tiempo en Alemania y que estaba casado con una rubia de escándalo. Como suele pasar en estos casos, sus colegas del colegio lo llamaban "el alemán", pero para nosotros era   “el del BMW”,  por eso me costaba tanto recordar su nombre.

La última vez que lo vi, antes de irme de nuevo de la ciudad, le pregunté por el BMW:
  • Te confundes Sebas, jamás tuve un BMW ¡Ya me hubiera gustado!
  • ¿Y tampoco estuvo en Alemania trabajando?
  • Sólo de vacaciones, en Berlín, hace tiempo.
  • Ah, creía que....., pues era un rumor que corría por el colegio.
  • Sebas, veo que sigues siendo igual de despistado que cuando te daba matemáticas.
  • ¿Matemáticas?
  • Jeje, sí, sí: ma-te-má-ti-cas...eso que te gustaba tan poco. Lo recuerdo como si fuera ayer.
Sonreímos sin saber qué decirnos. Nos despedimos y no lo volví a ver de nuevo.

No le pregunté por su mujer porque me parecía demasiado injusta la posibilidad de hacerle perder del tirón un BMW rojo y una rubia despampanante.

Pensé, mientras se alejaba, en cómo el viejo maestro llamaría al verdadero Sebas, y me alegré al imaginar que fuese Carlos.

A uno le puede resultar doloroso aceptar que le confundan, pero más doloroso resulta que   te olviden.

jueves, 29 de marzo de 2012

ARTÍCULO: LUDOVICO EINAUDI EN MÁLAGA

Ludovico Einaudi  interpretaba en el vacío. El piano se perdía en el fondo negro del escenario y el juego de tenues luces apenas permitía que los allí presentes pudiesemos distinguir algo más que el perfil de su cabeza calva con algún rastro canoso y sus aceleradas manos yendo y viniendo . El silencio que inundaba el teatro no se dejaba intimidar por las toses de algunos y el crujir de los viejos sillones de El Cervantes . Ludovico domaba el silencio, no lo ocultaba, ni mucho menos  lo hacía desaparecer, sino que lo interpretaba junto con las notas de Devenire o Le Onde. Desde mi asiento veía cómo una chica se llevaba un clinex a los ojos mientras la música, con sus silencios, se dejaba sentir meditativa y melancólica en la platea. Alguien agitaba un abanico en un palco, cerca del escenario, como si tanta emotividad en el ambiente no le dejara respirar. Ludovico después de cada una de sus piezas respondía a los aplausos con  una reverencia pausada y sincera, casi como si se disculpara por remover tantos y tales recuerdos.
A mitad de concierto, pronunció unas palabras en italiano para agradecer la acogida y mostrar su alegría por volver a Málaga. Alguien me dijo, a mi lado, que su voz era serena y tranquila como su música. Después cumplió con su repertorio, sin pararse en Lontano (¡cuánto la eché de menos!).
Ludovico Einaudi finalizó su concierto a eso de las 22:30. Después de que el teatro le aplaudiera en pie, hizo un solo bis que sirvió para devolvermos a un silencio interior que jamás olvidaré.

jueves, 22 de marzo de 2012

ARTÍCULO: EL VOLCÁN QUE NO CESA

Hace unos días,  Millás decía en la radio que la situación en la que nos encontramos se asemejaba a  la reacción de una tribu primitiva  cuando al volcán le daba por despertar, en ese momento  sacrificaban  cuatro vírgenes o diéz ancianos o veintiocho carneros con tal de que la naturaleza se aplacase. En aquel caso -y en este que nos ha tocado vivir- los sacrificios son ilimitados, sin escatimar nada, lo que está en juego es mucho: no ser abrasados por el fuego (cada uno de un tipo) , pero en ambos casos, lo más trágico es que no sabemos cuándo llegará a aplacarse el volcán, cuántos sacrificios más nos quedan.
Pues en esta circunstancia nos hallamos, entregando al fuego insaciable de los mercados, del déficit o no sé a quién demonios, nuestras/os jóvenes, nuestros mayores, nuestro bienestar que antes  se contabilizaba por Estados y que ahora hemos acabado por hacerlo por momentos. Sí, porque nuestro bienestar ahora tiene que ser comedido y medido, son momentos contados, no vayamos a incurrir en un superavit de bienestar, y nos vaya el volcán Europa a pedir explicaciones por un estado de alegría no ajustado a presupuesto.
 Nos toca sufrir, queridos amigos, pero lo más dramático es que sufrimos como si no hubiera otra alernativa, como si no hubiera anestesia en la botica para asistirnos. Alguien nos ha dado a morder el palo -no hay otra cosa- para aguantar el corte quirúrgico o, mejor dicho, el filo del déficit por la espalda.
¿Pero es que no hay alternativa a esta orgía de sacrificios? ¿Es necesario tal acto de fe en lo que nos dicen desde Europa? Yo creo que no, hay ejemplos en la Historia para aprender de la experiencia en crisis como ésta. Y yo me pregunto: ¿En manos de quién estamos? ¿No hemos nombrado a los gurús de la tribu para que actúen como tales? Me da por pensar que los gurús no saben qué hacer, y que sólo hacen caso a los espírtus del mercado, da igual dónde vean el futuro: en los posos del E.Bienestar o en los huesos de los desempleados.
Estoy seguro que nos pedirán nuevas inmolaciones. Ahora hablan del copago sanitario, después será otra cosa hasta que los números nos descuadren a todos del todo. Pero el volcán no cesará, porque no olvidemos: jamás ningún volcán preguntó cuándo debía apagarse.

sábado, 3 de marzo de 2012

ARTÍCULO: ESPAÑA, PAÍS POR CAUSA BENÉFICA

Hoy se puede justificar cualquier cosa siempre que le pongas detrás la coletilla "es para una causa benéfica" o esta otra que seguro que también os suena que dice: "es para crear empleo". De hecho yo he llegado a escuchar las dos a la vez: "[...] esta reforma es benéfica y sirve para crear empleo" Bueno exactamante decía "buena", no benéfica, pero para ellos es como si fuera lo mismo, estoy hablando de la  Reforma Laboral, claro está.
Por si hay alguien despistado, aclaro que todo esto de la crisis realmente es por una causa benéfica: la de crear empleo, desde luego. Porque no dudéis, el empleo cada vez da menos beneficio: nos pagan tan poco y nos recortan tantos derechos que ya tienes más garantías y menos quebraderos de cabeza haciéndolo como voluntario. Esa es otra,  ahora nos dicen que el desempleado podrá hacer labores de voluntariado ; es decir que el desempleado que ha perdido el empleo gracial, puede hacer otro trabajo por propia voluntad sin cobrar nada; es decir, por una causa benéfica.
¡Pero abrámos los ojos de una vez! Realmente en España desde hace años no es necesario que nadie trabaje, porque los chinos y los familiares (por parte de madre y de padre) y amigos (por parte de partido) de los políticos se han ocupado de esa incómoda labor, mientras nosotros nos dedicábamos al dolce far niente, a la burbujeante ociosidad de disfrutar de un apetitoso país recién hecho cada día con el generoso esfuerzo de esos otros. Démosles las gracias.
Os lo digo yo chicos/as para que lo sepáis de una vez: en España no es necesario que nadie más trabaje, no caben más huevos en la huevera, está todo el amiguismo vendido; pero si hasta ya no son necesarios más enchufados. Así que relajémonos que todo está controlado; sino mirad a nuestro alrededor cómo otros paises nos están copiando y la gente deja de trabajar porque ya lo hacen los necesarios, esto es eficiencia hispana en toda regla, en el extranjero ya nos ven como un modelo a imitar.
Vamos  que estoy seguro que de aquí en adelante estará bien visto decir que uno solo  busca un trabajo benéfico o, mejor aún, que uno busca trabajo para destruirlo con sus propias manos.

domingo, 5 de febrero de 2012

MICRORRELATO: SOL Y SOMBRA

Amador se había hecho cuidador de ancianos porque rodeado de personas vulnerables él no se sentía amenazado. Eso es lo que yo pensé al poco tiempo de entrar a trabajar como director en la residencia Dulce sol. Anteriormente, yo había trabajado en  Sanisol y en Bello horizonte. Es curioso eso de los nombres de los centros de mayores, como si el viejo en vez de querer estar tranquilo los últimos años que le quedan lo que buscase es un broceado ideal.
Me pasé varios años en Dulce sol, hasta que me fui a la residencia en la que estoy, Geriasol. Pues, como digo, en ese periodo en Dulce Sol, conocí a Amador. Era mi mejor trabajador y el único hombre. Era dulce y alegre, ideal para la residencia en la que trabajaba, o en cualquier otra que llevara en su nombre sol, luz, amanecer, S.A o S.L.; porque era ideal para todas, vamos.
Cuando me fui, por discrepancias con los propietarios, él se apenó mucho; así me lo confesó en la única conversación que tuvimos fuera del centro. Me mostró su pesar por mi marcha y me felicitó por la buena gestión que había llevado esos años, me dio un abrazo sincero y nos despedimos hasta otra ocasión.
¿Por qué dije que a Amador le gustaba trabajar con gente vulnerable para no sentirse amenazado?

Probablemente porque su interior contenía una penumbra que me era familiar.

martes, 31 de enero de 2012

ARTÍCULO: EL HOMBRE QUE QUERÍA SER ÉL

En ocasiones te encuentras con personas que merecen la pena, o mejor dicho, que merecen la alegría. Se llama Manolo y fue juez pero lo dejó, lo dejó porque dice que no le gustaba decidir sobre la vida de los demás, le resultaba muy incómodo tener que firmar una sentencia que daría con los huesos en la cárcel de alguien sabiendo que su existencia era tan miserable que ya suponía una condena, y que él, como juez, jamás podría poner en el banquillo a una sociedad que cerraba las puertas a una vida justa.
Manolo acabó de secretario judicial, en varios juzgados de Andalucía, conoció miles de casos de todo tipo pero ya desde la barrera de la conciencia. Hoy, ya jubilado, da clases en diferentes universidades como  profesor honorífico, unas clases que no valen nada económicamente porque no las cobra, pero que me resultan enormemente valiosas, no ya por su contenido sino por su forma y sus formas. Manolo es un profesor ácrata que salpica sus explicaciones de referencias filosóficas y que le gusta ponerse de ejemplo de lo bueno, pero también de lo malo; es de esos hombres que se desnuda para mostrarte que las cosas no son lo que parece. Yo estuve en un centro para locos, voy a desheredar a mi hijo, cuando quede chocho ya tengo reservada una plaza en una residencia.... Nos habla de leyes sabiendo que la ley sin contenido no hace justicia, ni el juez sin mundo jamás podrá acercarse a lo justo.
Hoy, me vino a la mente Manolo al escuchar unas palabras de José Luís Sampedro, otro humanista, que se preguntaba en una entrevista que cuando un político comenta que a veces hace cosas que no quiere hacer, ¿por qué ese político no deja su cargo? Pues eso, Manolo no quiso seguir siendo juez porque no podía hacer justicia, porque quería ir más allá y no era posible. 
Si un político nos dice que va a hacer aquello que no debería hacer o no le gusta hacer ¿por qué lo hace? ¿no debería hacer cosas acordes con su condición? Más cuando las cosas que hace las hace al dictado de los mercados. ¿En manos de quién estamos? nadie quiere ser lo que debe ser o nadie sabe quién es.
Hay personas -pocas, es cierto- que te aportan un conocimiento útil como si saliesen de la cueva y pudiesen entrar para explicarte lo que son las cosas.

Este jueves tengo una nueva clase con él, a ver si tengo suerte y me ayuda a conocerme más a mí mismo.

lunes, 23 de enero de 2012

MICRORRELATO: CÚPULA EN EL NIEMEYER

Su sombra alargada y frágil se estiraba hasta el infinito sobre la cúpula del Niemeyer. En lo alto del  escenario, el cantante de Vetusta Morla imitaba  la voz de Joe Cooker en  Unchain My Heart. Yo buscaba el mejor ángulo para que la foto saliera perfecta:  paso hacia la izquierda, dos atrás... buscando el tiro idóneo. Mientras, ella, iluminada por un implacable foco situado a sus pies,  mantenía su mirada fija en mí, como si quien fotografiara ese instante no sólo fuera yo. Tras disparar sonreí y le dije: estás de cine bombón, pareces la prota  de una peli de cine negro.
Cuando acabó aquella canción, el cantante pidió disculpas  porque una sombra proyectada sobre la cúpula le había hecho olvidarse de la letra por unos segundos.
Buena parte del público miró hacía donde nosotros habíamos estado, pero para entonces ni nuestros cuerpos ni sus sombras eran ya visibles.

Claudia volvió a Uruguay aquel verano de 2008.

Jamás contemplé una sombra que emitiera tanta luz.