Chico, ese árbol que ves ahí lo traje en este bolsillo...

jueves, 9 de junio de 2011

JORGE SEMPRÚN Y EL PADRE DE CADA DÍA.

A.González y J.Semprún.
Leí, hace muchos años, el Largo viaje, uno de los libros emblemáticos de Semprún. De adolescente siempre tuve devoción por las historias de nazis y me había comprado el Mein Kampf de Hitler para saber qué demonios había en la cabeza de aquellos tipos que tanto sufrimiento provocaron, allá por mediados del siglo pasado. Gracias a Mi lucha, entre otros muchos libros, supe algo de la visión histórica, política, ideológica… Pero mi mayor interés era la visión humana, psicológica, casi íntima de las personas que habían sufrido aquel atropello a la Humanidad. El largo viaje se mezclaba, por aquel tiempo, con otras lecturas de E.Fromm,  Ana Frank y otros que ya ni recuerdo su nombre. En su obra, Semprún nos hacía partícipes de una experiencia desgarradora, la de su viaje en tren como deportado al campo de concentración de Buchenwald. Historia para la que necesito casi 20 años de serena digestión para ponerla en papel.
Recuerdo que en el colegio supe que el padre de uno de mis compañeros de clase había estado en un campo de concentración. Por aquella época, mi noción del nazismo y de la II GM era más bien la que se tiene de las historias del abuelo: más cercanas al cuento que a la pura vida. Pasados los años y tomando conciencia por los libros y la TV, fui asimilando poco a poco la dimensión de todo aquello, midiéndolo con la mirada de un adolescente y me di cuenta que aquel hombre que tantas veces había recogido a mi compañero de clase, había sufrido episodios similares a los narrados en el Largo viaje.
Hoy pienso, tras la muerte de Semprún y de aquel padre -hace ya bastantes años- en la invisibilidad del sufrimiento ajeno, en los mundos ocultos tras las miradas de los que nos rodean, en cuanta literatura muda.

2 comentarios:

  1. Se ha ido un intelectual com mayúsculas...y efectivamente un ser que sufrió la barbarie nazi y que luego encima tuvo que soportar las acusaciones de traidor...

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  2. No hay nada como un compañero de partido para hacer bueno a un enemigo.

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