Chico, ese árbol que ves ahí lo traje en este bolsillo...

viernes, 30 de septiembre de 2011

HOY HACE UN AÑO

        Hoy hace justo un año del fallecimiento del verdadero hombre con árboles en los bolsillos. Cuando me preguntan el porqué del título del blog siempre cuento la anécdota, aquella en la que hace años mi abuelo me dijo, apuntado a un frondoso nogal que aún preside la entrada de casa,  que lo había traido en su bolsillo. Yo sabía que aquella frase no quedaría perdida en mi memoria y que en algún momento de mi vida saldría de una u otra forma. Supe desde el primer momento que aquel comentario encerraba una poderosa carga emocional, incluso literaria. Tras su muerte, no tuve otra manera de homenajearle que crear este modesto blog en el que escribo lo que no quiero que mi memoria eche al olvido. 
           Aquel recuerdo lo fijé, en la primera entrada de este blog, con este relato:

EL HOMBRE CON ÁRBOLES EN LOS BOLSILLOS
A mi abuelo

De mirada distraida, recorría el pueblo como espiando lo que ya sabía. Me lo tropezaba con asiduidad, no había mucho lugar donde perderse. Aquellos encuentros fortuitos acabaron en amistad y él se lanzó a contarme anécdotas e historias que yo agradecía como un niño con insomnio.
Recorríamos a media tarde las caleyas y los praos, algunos de ellos poblados de vacas que nos miraban como el que entra en una peluquería de señoras. Con mucho respeto y evitando el cruce de miradas sorteabamos esos animales maternales y más sagrados allí que en la India, precisamente porque se comían con deleite y necesidad.
Cuando paseábamos me sentía como un japonés en el museo del Prado: cada fiso, cada colina, cada casa, cada brizna; tenía su historia y él, inventándosela o no, me la contaba. Como si hubiera inventariado la realidad para dársela a conocer a los otros.
Un día, al final del paseo, asomando la vista a la arboleda que porticaba la entrada de su casa, apuntando al más frondoso nogal, como si fuera el cuadro más insigne, de su particular museo, me dijo:

Chico, ese árbol que ves ahí lo traje en este bolsillo.


Mi mirada le lanzó un flash, como el de una cámara de última generación japonesa, intentando retratar para siempre las raíces que le asomaban por los bolsillos de su pantalón.

viernes, 23 de septiembre de 2011

¡OH CAPITÁN, MI CAPITÁN!

 Siempre me emociono con esta escena, por muchas veces que la vea. Desde aquella vez que vi El club de los poetas muertos  siempre pensé que hay dos tipos de personas: las que se ponen encima del pupitre y las que se quedan sentadas.

sábado, 17 de septiembre de 2011

POESÍA: MANODISTANCIA



Esa manodistancia con la que cambias
de canal amoroso:
De una alegría a un desengaño.
De un te extraño a un no quiero verte.
De un noticiario a un no te hago caso.

Todo con ese manodistancia al que me sometes
a diario.
Por muy cerca que estés,
por muy próxima que te halles,
por muy doméstica que parezcas.
Siempre usas esa manodistancia que hace de tu
ternura una retransmisión vía satélite.
Que hace de tus manos una imagen en punto de nieve.

En ocasiones, cuando golpeas mi cuerpo
contra el tuyo con la aparente necesidad
de encenderlo,
como si mi cuerpo y mi ánimo no pudieran
sentirse abatido ni apagado, 
y  me pulsas insistentemente sobre mi beso
hasta hundir tu beso en mis labios…

En ese momento…

Yo me vuelvo borroso como tus promesas,
y me resintonizas manualmente sin distancias,
pero sin preguntarte si realmente mis pilas
están vacías, si no tienen nada.

POESÍA: METIDO HASTA EL VERSO


Al lector
Si estos versos hirieran
lo que me hieren cuando los escribo,
te rayarían los ojos,
al pasar tu mirada por su filo.

Si estos versos supieran
lo que yo sé de ellos,
se arrojarían desde el verso más alto
para que nadie pudiera leerlos.

Debo ocultar su  procedencia,
y uso tus cándidas ojeadas,
de recién llegado a los versos,
para espantar todo lo que les amenaza.

Mientras ellos te miran
y se ven reflejados en tus pupilas,
tú los distraes en otra cosa
que no son ellos mismos y mi vida.

Si tú supieras lector lo cómplice que resultas.
Si tú supieras que estás metido hasta el verso
en estas estrofas que salvas con tu lectura.
Si por un solo momento supieras
que hay multitud de pruebas que te inculpan
de que no hay mayor consuelo para mí,
que escribir sin temor a que mis versos huyan.

miércoles, 14 de septiembre de 2011

POESÍA: CAZADOR



Cuando quiero identificar lo que siento,
cierro mi ojo como lo haría un francotirador.
Cuando tengo la pieza a tiro,
siento una fugaz lástima de mí mismo,
como un descabellador novato.

Unas veces encañono una recién nacida tristeza,
otras un veterano y saludable hastío,
pero siempre con cornamenta melancólica
del macho sin hembra por la que luchar.

Ayer herí de muerte a una de mis tardes,
para no pasar otra mala noche.
Dormí la noche que no hubo
y la mañana que no se gestó.

Con esta labor cinegética,
evito la proliferación de tardes perdidas,
de horas muertas,
inútiles para apuntalar el olvido.

Por fortuna, siempre tuve buena puntería
y más si disparo sobre mí mismo.

viernes, 9 de septiembre de 2011

POESÍA:TRABAJOS VERTICALES EN TERNURA

A Silvia, con tierno cariño.


Ese encuentro horizontal
que tú llamas acostarnos,
es un acto de bajo riesgo.
Sujetos al único arnés
del deseo nos columpiamos
haciendo cabriolas con los cuerpos.


Pero si buscásemos un amor vertical
suspendidos por las manos,
en un paseo dominical.
O  aupados por ese beso de desayuno
como un saliente en la boca.
O tuviese de refugio  tus muslos
como el primer campo base.
O te dijese amor como forma
de rescatarte del frío.

Entonces.

Ese trabajo vertical en ternura
encerraría no sólo una cumbre,
sino también un abismo.

domingo, 4 de septiembre de 2011

POESÍA: TRASPLANTE



Estas horas matutinas, 
arrancadas al día como un cultivo para analizar.

¿Cómo saldrá el día, doctor?
-Pregunto como un padre primerizo-

El facultativo, envuelve la cara en un gesto de circunstancias,
y me dice:

Tiene un día como otro cualquiera,
como todos los otros.
Siga esperando la noche.

Quizás alguna hora muerta de alguien le salve la vida.

SIEMPRE SE NESITA UN POCO MÁS DE SUERTE...

viernes, 2 de septiembre de 2011

ARTÍCULO: LECTURAS DE UN VERANO SOMBRÍO


Estos días atrás, cuando se despedía un sombrío agosto y se asomaba septiembre,  me ha dado por repasar mis lecturas de este verano. Cualquiera que se pregunte por sus lecturas de verano evidentemente piensa en aquellas realizadas en su periodo de vacaciones de verano, no en otras vacaciones, sino sólo aquellas que comprenden el 21 de junio y el 22 de septiembre del año en el hemisferio norte –en nuestro caso-; es decir, durante la estación de verano, por si a alguien no le ha quedado claro.
Pero a mí no me convence del todo la explicación estacional. Durante este verano de 2011 he tenido lecturas de invierno profundo, alguna otoñal e incluso hasta alguna que otra primaveral.
No recuerdo exactamente la primera pero sí la típicamente veraniega El tercer reich de A.Bolaño. Magnífico libro, aún parte de mí está en aquella ciudad de la costa brava con aquellas parejas de alemanes disfrutando de unas vacaciones  que cambiarían sus vidas de manera trágica. Fueron 400 páginas de intenso placer literario. Antes, había leído del mismo autor una Novelita lumpen que me puso en los pasos de un grande de las letras hispanoamericanas. Bolaño tiene la virtud de saber envolverte de tal modo que puedes llevar la novela  asida a ti como un recuerdo propio.
No sé si inmediatamente, quizás fue antes pero no importa, tuve en mis manos el libro de Ángel Zapata, La práctica del relato, que me enseñó que los relatos para hacerlos bien deben ser naturales, visibles, continuos y personales. No sé si lo he logrado pero son máximas que ahora tengo presentes, algo que antes podía intuir y ahora ya sé, lo que supone que ya  no puedo escudarme en el balsámico desconocimiento.
Los ilusos de R. Azcona lleva conmigo muchos meses sin poder terminarlo, no es una lectura de verano, verano; he dejado que pasaran sobre ella los meses encima de mi impresora, entre otros libros, como si renegara de su lectura, y en cierto modo es así, porque dentro de mí hay cierto temor a acabar como el personaje.
También cayó en mis ojos los Cuentos completos de Aldecoa que no  acabé por su voluminosidad pero que me revelan un genial creador de cuentos, al que seguiré leyendo. Nada de Janne Teller popular y premiado libro para adolescentes –y no tanto- de la autora danesa en el que intenta mostrarnos que se puede dar un sentido a la vida por mucho que sea la desazón y hastío que habite en ella.
Este último mes de agosto ha sido  primordialmente poético, he buscado nuevas lecturas de poetas, e intentado renovar la mirada para atrapar nuevas metáforas y nuevas enseñanzas. Así, me he reencontrado con Claudio Rodríguez, García Montero y por supuesto Benedetti y A. González, que nunca se van de mi lado. Pero también ha venido gente nueva al parnaso estival y he tenido la grata sorpresa de descubrir para  fastidio de mi ignorancia al poeta Alberto Vega, asturiano de Langreo,  excelso compositor de realidades poéticas en  Estudio melódico del grito. Poeta que por un cruel embate del destino falleció prematuramente a los 49 años. Yo que conservaba la esperanza de conocerlo y que una noticia en Internet me reveló una hecho que no hubiera deseado. Este mes de septiembre me ocupará Los enamoramientos de Javier Marías, las páginas leídas me han permitido meterme en la piel de una mujer, o de dos mejor dicho. Me temo que no saldré de ellas del todo hasta mediados de mes, por ahora me encuentro muy cómodo en ellas.
Y algunos libros más que ya no recuerdo con claridad porque mi interés se apagó en la página 20 ó 30, en el caso del Ulises de Joyce en la página 60, que me perdone el maestro pero me he rendido por enésima vez, me pierdo y me pierdo en sus páginas, y temo un día pederme para no volver, por eso es mejor dejarlo a tiempo. Apelo a su clemencia.
Y vosotros os preguntaréis cuál de estas lecturas son de invierno, o de primavera o de otoño. Eso no os lo podría decir ningún libro de los que he leído, sino este lector que os escribe.

Buena lectura…