Chico, ese árbol que ves ahí lo traje en este bolsillo...

martes, 31 de enero de 2012

ARTÍCULO: EL HOMBRE QUE QUERÍA SER ÉL

En ocasiones te encuentras con personas que merecen la pena, o mejor dicho, que merecen la alegría. Se llama Manolo y fue juez pero lo dejó, lo dejó porque dice que no le gustaba decidir sobre la vida de los demás, le resultaba muy incómodo tener que firmar una sentencia que daría con los huesos en la cárcel de alguien sabiendo que su existencia era tan miserable que ya suponía una condena, y que él, como juez, jamás podría poner en el banquillo a una sociedad que cerraba las puertas a una vida justa.
Manolo acabó de secretario judicial, en varios juzgados de Andalucía, conoció miles de casos de todo tipo pero ya desde la barrera de la conciencia. Hoy, ya jubilado, da clases en diferentes universidades como  profesor honorífico, unas clases que no valen nada económicamente porque no las cobra, pero que me resultan enormemente valiosas, no ya por su contenido sino por su forma y sus formas. Manolo es un profesor ácrata que salpica sus explicaciones de referencias filosóficas y que le gusta ponerse de ejemplo de lo bueno, pero también de lo malo; es de esos hombres que se desnuda para mostrarte que las cosas no son lo que parece. Yo estuve en un centro para locos, voy a desheredar a mi hijo, cuando quede chocho ya tengo reservada una plaza en una residencia.... Nos habla de leyes sabiendo que la ley sin contenido no hace justicia, ni el juez sin mundo jamás podrá acercarse a lo justo.
Hoy, me vino a la mente Manolo al escuchar unas palabras de José Luís Sampedro, otro humanista, que se preguntaba en una entrevista que cuando un político comenta que a veces hace cosas que no quiere hacer, ¿por qué ese político no deja su cargo? Pues eso, Manolo no quiso seguir siendo juez porque no podía hacer justicia, porque quería ir más allá y no era posible. 
Si un político nos dice que va a hacer aquello que no debería hacer o no le gusta hacer ¿por qué lo hace? ¿no debería hacer cosas acordes con su condición? Más cuando las cosas que hace las hace al dictado de los mercados. ¿En manos de quién estamos? nadie quiere ser lo que debe ser o nadie sabe quién es.
Hay personas -pocas, es cierto- que te aportan un conocimiento útil como si saliesen de la cueva y pudiesen entrar para explicarte lo que son las cosas.

Este jueves tengo una nueva clase con él, a ver si tengo suerte y me ayuda a conocerme más a mí mismo.

lunes, 23 de enero de 2012

MICRORRELATO: CÚPULA EN EL NIEMEYER

Su sombra alargada y frágil se estiraba hasta el infinito sobre la cúpula del Niemeyer. En lo alto del  escenario, el cantante de Vetusta Morla imitaba  la voz de Joe Cooker en  Unchain My Heart. Yo buscaba el mejor ángulo para que la foto saliera perfecta:  paso hacia la izquierda, dos atrás... buscando el tiro idóneo. Mientras, ella, iluminada por un implacable foco situado a sus pies,  mantenía su mirada fija en mí, como si quien fotografiara ese instante no sólo fuera yo. Tras disparar sonreí y le dije: estás de cine bombón, pareces la prota  de una peli de cine negro.
Cuando acabó aquella canción, el cantante pidió disculpas  porque una sombra proyectada sobre la cúpula le había hecho olvidarse de la letra por unos segundos.
Buena parte del público miró hacía donde nosotros habíamos estado, pero para entonces ni nuestros cuerpos ni sus sombras eran ya visibles.

Claudia volvió a Uruguay aquel verano de 2008.

Jamás contemplé una sombra que emitiera tanta luz.