Los sugus de ahora ya no son como los de antes, ahora son mas pequeños y más cuadriculados como si hubieran ido al gimnasio durante estos 30 años entre mi infancia y el presente. Han perdido también ese papelito blanco en forma de pañal bajo el de colores, señal inequívoca que ya se han hecho mayores.
En definitiva, no son lo que eran. Antes eran amables, achatados por los polos y más sabrosos al paladar exigente del niño experto en chuches. Esta tarde, en una estación, me ha dado por comprarlos, y ahi estaban en un tubo cuadrado, uno detrás de otro en perfecto estado de revista. Podría decirse que han sido envasados al olvido, porque: ¿quién no se acuerda del sabor de un sugus, de su caricia untuosa, de su cálido sabor estar en nuestra lengua y sobre todo de sus envoltorios de colores? Hoy he querido recobrar el sabor de entonces, el sabor -uno de los sabores- de mi niñez, pero me quedé en la tercera adolescencia, no he podido bajar de los 15 años, cuando todavía comía sugus pero no tenía ya el paladar tan fino, no me preguntéis el porqué.
Todo se pierde, hasta el buen sabor de un sugus recién comprado, por eso pensé en tragármelos sin más, por mucho zumo concentrado que diga que lleve, pero no es recomendable dejarse llevar por el rencor a unos caramelos sobre todo si te los llevas a la boca, así que aquí lo tengo dando vueltas en mi boca, pensativo y circunspecto, como si él también intentara recordarme, como si intentara advertir si aún hoy queda algo de aquel que fui.
En definitiva, no son lo que eran. Antes eran amables, achatados por los polos y más sabrosos al paladar exigente del niño experto en chuches. Esta tarde, en una estación, me ha dado por comprarlos, y ahi estaban en un tubo cuadrado, uno detrás de otro en perfecto estado de revista. Podría decirse que han sido envasados al olvido, porque: ¿quién no se acuerda del sabor de un sugus, de su caricia untuosa, de su cálido sabor estar en nuestra lengua y sobre todo de sus envoltorios de colores? Hoy he querido recobrar el sabor de entonces, el sabor -uno de los sabores- de mi niñez, pero me quedé en la tercera adolescencia, no he podido bajar de los 15 años, cuando todavía comía sugus pero no tenía ya el paladar tan fino, no me preguntéis el porqué.
Todo se pierde, hasta el buen sabor de un sugus recién comprado, por eso pensé en tragármelos sin más, por mucho zumo concentrado que diga que lleve, pero no es recomendable dejarse llevar por el rencor a unos caramelos sobre todo si te los llevas a la boca, así que aquí lo tengo dando vueltas en mi boca, pensativo y circunspecto, como si él también intentara recordarme, como si intentara advertir si aún hoy queda algo de aquel que fui.