María siempre se bebía medio vaso de almíbar de
melocotón tras acostarse conmigo. ¿Tampoco
hoy he sido dulce contigo? Le preguntaba sin realmente esperar respuesta.
Ella me lanzaba una sonrisa cómplice, mientras
asomaba la cabeza por la puerta. Yo siempre
se lo dejaba preparado encima de la mesa de la cocina, esperando que un día no
tuviera necesidad de beberlo.
Ayer, María se fue sin más.
Jamás llegué a imaginarme que un sorbo de almíbar pudiera saber tan amargo.
Ayer, María se fue sin más.
Jamás llegué a imaginarme que un sorbo de almíbar pudiera saber tan amargo.
me gusta, sin más.
ResponderEliminarAna
Me gusta que te guste, para mí ya es mucho.
ResponderEliminarGracias