Hizo
girar la copa cuidadosamente, formando unos finos cordones que se deslizaban
desde su borde hasta la superficie del disco color cereza.
- Ves, esto que cae son lágrimas –me dijo-.
- Nunca habría imaginado que el vino llorase.
- Pues lo hace…
- ¿Y para qué sirve una lágrima? –repuse-.
- Dependiendo del tipo sabemos si el vino tiene más azúcares, más alcohol o si es más sedoso en boca, por ejemplo.
- ¿Y a ti qué tipo de lágrima te gusta beber?
Hubo
un breve silencio, tras el cual Alicia bebió, clavando sus ojos en los míos. Al
tiempo que yo imitaba torpemente aquellos giros con mi copa.
- ¿No bebes? -me preguntó con la copa ensangrentada en su mano-.
- Aún no. Todavía no ha caído mi última lágrima.
Cuanto más dulce fue... más densa será la lágrima después.
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