Chico, ese árbol que ves ahí lo traje en este bolsillo...
sábado, 30 de abril de 2011
PARA QUÉ DEBE SERVIR UN POLÍTICO
Os dejo este artículo de El País por varias razones: porque habla de un tema que me toca la fibra, por su valor periodístico y por dotar al testimonio de un valor literario. Más que un artículo es un relato (muy amargo, cierto) del que no os deseo ser jamás protagonistas.
El lado oscuro de la soledad
Más de un centenar de ancianos han muerto solos en sus casas durante el último año
EL PAIS.
JUAN D. QUESADA / P. ÁLVAREZ - Madrid - 30/04/2011
JUAN D. QUESADA / P. ÁLVAREZ - Madrid - 30/04/2011
101 ancianos han muerto en soledad en la capital desde
enero de 2010. Este drama, que nadie logra parar, ocupa hoy esta serie
dedicada a los problemas que, gobierne quien gobierne, deben resolverse.
Carmen García, una octogenaria que vivía en la calle
Fuencarral, solía enfrascarse con facilidad en discusiones políticas, le
gustaba desayunar en la mesa de la esquina del bar, donde tomaba
también un vinito con un aperitivo si se alargaba el café hasta
mediodía. "Del barato, yo vino tinto del barato, que el caro me marea
mucho", pedía siempre. Se lo servían gratis y ella a cambio limpiaba
algunas mesas. "Carmen, que nos vas a dejar sin trabajo", le reñían las
camareras de broma. Y ella, con sus labios siempre muy pintados, sus
bonitos trajes de colores y los ojos verdes perfilados, se reía.
De joven fue matrona y peluquera. Residió en Francia. En Madrid vivía
más sola que la una y así, sin nadie a su lado, murió la Nochebuena
pasada. No llegó a celebrar su última Navidad.
En la ciudad de
Madrid han muerto en soledad 101 ancianos entre enero de 2010 y abril de
este año, según los datos a los que ha tenido acceso EL PAÍS. Las
cifras antes eran públicas y se facilitaban año a año hasta que el
alcalde Alberto Ruiz-Gallardón accedió al cargo en 2003 y decidió que
los servicios de emergencia dejaran de informar de manera expresa a los
medios de comunicación de las personas que eran halladas muertas en
soledad en sus domicilios. Los miembros de su equipo no han querido
valorar el asunto para este reportaje.
En la época pre-Gallardón,
un hombre llamado Vicente falleció en soledad en su piso de la calle
Duquesa de Parcent. Era diciembre de 2002. Los vecinos de escalera
llevaban días sin verle salir a comprar el pan y el periódico como hacía
cada día. Uno de sus hijos se alarmó al ver que no le devolvía las
llamadas. No disponía de ningún servicio de teleasistencia. Su muerte,
la número 68, fue la última que se produjo ese año. Esas historias son
casi inaccesibles ahora que el Ayuntamiento de Madrid no facilita ningún
tipo de información al respecto. Pero la realidad es que siguen
muriendo ancianos sin nadie a su lado y los datos demuestran que este
trágico fenómeno no ha descendido.
Según las cifras oficiales,
135.590 personas mayores de 65 años viven solas en la ciudad de Madrid.
Son el 22% del total. Y de ellos, 58.809 tienen más de 80 años y
afrontan la vida sin nadie con quien compartir el hogar.
La
octagenaria Carmen García Carvajal, sindicalista de pro de UGT, nunca se
quejaba de su soledad. Hablaba a veces de un antiguo amor y dedicaba
pocas palabras a su hijo, que residía en Canarias. El piso de Fuencarral
lo tenía a medias con un hermano que marchó a Brasil, donde murió.
Nunca pudo venderlo y hacía frente a la vida con una mísera pensión de
350 euros. No cotizó en sus años de trabajadora en Francia, según
recuerdan en el sindicato, donde está el bar al que siempre iba a
desayunar y a discutir de política. El pasado 24 de diciembre la
encontró muerta el trabajador del servicio de ayuda a domicilio que le
llevaba la comida a casa cada día.
Tanto la Comunidad de Madrid
como el Ayuntamiento de la capital tienen servicios para atender a estos
mayores, como la teleasistencia, con 130.000 usuarios regionales, la
mayoría personas mayores de 65 años que viven solas. El servicio
funciona los 365 días al año. Los usuarios llevan un medallón al cuello
que se activa al ser pulsado. Hay también servicios de acompañamiento de
voluntarios y programas de acogimiento o pisos tutelados.
En el
caso municipal, el alcalde Alberto Ruiz Gallardón se comprometió a
principios de semana a reforzar la ayuda a domicilio y extender la
teleasistencia a todos los mayores de 80 años. Ahora el servicio cubre
al 40% de estos mayores, según datos municipales. El alcalde destacó
entonces que hay 113.000 madrileños en la capital con dispositivos de
teleasistencia, lo que significa multiplicar por siete el número de
atendidos que había cuando llegó a la alcaldía en 2003.
La
sensibilidad y los programas han aumentado, pero la oposición le pide
más esfuerzo, máxime en un año en el que los presupuestos tanto
regionales como municipales destinados a los servicios sociales han
caído. La Concejalía de Familia y Asuntos Sociales perdió un 10,41% (233
millones de euros). La Consejería regional recortó un 2,41%, con 1.257
millones.
Jaime Lissavetzky, candidato socialista a la alcaldía,
reclama más trabajadores sociales y un aumento de las medidas
preventivas para que estas personas "estén seguras y atendidas".
"Necesitamos programas de prevención, atención presencial y a distancia
realizados por profesionales que complementen la solidaridad de
familiares y vecinos", reclama el candidato.
El abogado César
Delgado Ruiz votaba en contra de los presupuestos de su comunidad de
vecinos casi por sistema. Golpeaba con un bastón el techo de su
apartamento, en la sexta planta del bloque, al más mínimo movimiento de
sillas de los vecinos de arriba. El conserje de su edificio, en la calle
Evaristo San Miguel (distrito Centro), se acostumbró a que este
jubilado de 77 años, bajito y de pelo cano, no le diese los buenos días.
Quizá por eso nadie reparó en él cuando desapareció durante tres días
seguidos a mediados del pasado febrero.
Una vecina que pegó la
oreja en su puerta escuchó los golpes de su bastón. César llevaba todo
ese tiempo tirado en el suelo sin poder moverse hasta que fue rescatado.
No quiso la ayuda de los servicios sociales, se quejó de la insolencia
de un médico que le tildó de testarudo y cerró de un portazo la entrada
que habían echado abajo ese día los bomberos. Murió al día siguiente sin
nadie a su lado. Los bomberos tuvieron que volver para abrir una vez
más la puerta. "No consintió en salir de su casa y allí se murió, en el
suelo", recordaba ayer Miguel, el conserje, en la entrada del portal de
hierro en el que aún sigue la tarjeta en el buzón con el nombre del
abogado.
El anciano, que tenía varias hermanas, vivía solo pero no
sufría penurias. Sindicatos y asociaciones de mayores alertan de que,
en otros casos, a la soledad se le suma la precariedad de pensiones
míseras con las que a duras penas se llega a fin de mes.
"Las
administraciones intentan ocultar la realidad de Madrid, que tiene
muchos contrastes. Hay mucha gente mayor que lo pasa mal, pero no existe
gran alarma social porque es gente acostumbrada a una vida muy dura,
que no denuncia y que se esfuerza en gastar lo menos posible", explica
Ana Sánchez, secretaria de Políticas Sociales de UGT.
La concejal
socialista Carmen Sánchez Carazo también denuncia que es una realidad
que el Ayuntamiento de Madrid "pretende ocultar". "Existe, es un hecho.
Esas son las cifras que manejamos nosotros también. No se puede ignorar
que hay una población de mayores que fallece sin nadie al lado, lo que
es un drama y debería ser impensable en una ciudad como Madrid en pleno
siglo XXI", asegura.
Vicente LLopiz, miembro de una asociación de
mayores ecologistas de Ciudad Lineal, de 85 años, habla de primera mano.
El hombre se ha topado más de una vez con gente de su quinta buscando
en la basura comida desechada por los supermercados. "La mayoría de los
ancianos tienen una pensión muy baja, por debajo del salario mínimo
interprofesional, entre los que me encuentro. Están al borde de la
pobreza y la exclusión social", cuenta.
"La soledad es tremenda en
esta edad, sobre todo para viudos y solteros. No tienen dinero para
frecuentar bares, les da vergüenza enseñar su casa que a veces está en
malas condiciones. Una cosa muy común es que adopten una mascota, como
un perro por ejemplo, supongo que para obligarse a salir a la calle",
añade el veterano, bastón en mano.
María del Rosario Fernández
Marcote, una anciana de 91 años, había sido voluntaria de enfermería,
voluntaria de una biblioteca de mayores, bailarina y quizá una espía
republicana, aunque esa parte de su biografía permanece aún a oscuras.
Durante la vejez se aficionó al senderismo, pero llegó un momento en el
que no podía seguir el ritmo de los abuelos con más vitalidad.
"¡Fascistas, eso es lo que sois todos, unos malditos fascistas!", fue lo
que ella les contestó cuando le insinuaron que no podía acompañarles
más en las excursiones.
María del Rosario tenía una hermana pero
vivía sola en un piso de Ciudad Lineal que poco a poco fue descuidando, a
lo que se unió su manía de adoptar a todo gato callejero que
encontraba. Dejó de invitar a las amigas a tomar café y no abría la
puerta a nadie, salvo que fuese uno de sus vecinos. A principios año
pasado era fácil encontrarla dando paseos por la Gran Vía con un
gracioso sombrero que había decorado con un clavel. Sus amigos le
avisaron que no podía cruzar las calles como si todavía fuese el Madrid
de los años 20. El 24 de febrero, en la avenida Donostiarra, cerca de su
casa, María del Rosario no se amilanó ante un semáforo en rojo y salió
directa. "¡Que paren!", dijo con esa seguridad que le daba saberse una
mujer hermosa. El primer conductor logró frenar a tiempo pero otro que
venía por el segundo carril se llevó a la anciana por delante.
Vicente
Llopiz recuerda ahora aferrado a su bastón cómo vio poco a poco como
María del Rosario se fue quedando sola y excluida hasta que el coche le
arrolló, culpa del delirio que le hacía creerse en una ciudad de mulas y
carretas.
martes, 26 de abril de 2011
ADIÓS. HASTA OTRA VEZ O NUNCA...
Adiós. Hasta otra vez o nunca.
Quién sabe qué será,
y en qué lugar de niebla.
Si habremos de tocarnos para reconocernos.
Si sabremos besamos por falta de tristeza.
Todo lo llevas con tu cuerpo.
Todo lo llevas.
Me dejas naufragando en esta nada
inmensa.
Cómo desaparece el monte
-me dejas…-,
se hunde el río
-…en esta…-,
se desintegra la ciudad.
Despiertas.
Quién sabe qué será,
y en qué lugar de niebla.
Si habremos de tocarnos para reconocernos.
Si sabremos besamos por falta de tristeza.
Todo lo llevas con tu cuerpo.
Todo lo llevas.
Me dejas naufragando en esta nada
inmensa.
Cómo desaparece el monte
-me dejas…-,
se hunde el río
-…en esta…-,
se desintegra la ciudad.
Despiertas.
A.G. ...
lunes, 25 de abril de 2011
RELATO:CONFESIÓN DE UN HOMBRE POLIÉDRICO
He asumido mi papel poliédrico. Sé que para unas mujeres soy un amante del cual extraen la dosis de placer para una temporada. Para otras soy el compañero de aventuras y de viajes imprevistos. Para otras soy el amigo que les acompaña a tomar copas para evadirse de una semana de estrés. Para otras la persona que le da el cariño que ningún otro le puede dar.
Soy una persona múltiple. Que no quiere decir que tenga una personalidad múltiple. Por lo menos no debe entenderse como un trastorno de la personalidad, sino que la personalidad es fragmentaria, carente de un único perfil. Soy el albacea de todas las almas y, a la vez, un alma compartimentada.
Todos depositamos nuestras capacidades en la mesa y cada cual va consumiendo el sustento que el otro pueda proporcionarle, sin reparos ni malas conciencias, como en una eucaristía profana. Cada uno se alimenta de la parte del otro que más desea, más necesita o más ambiciona. En ese juego de antropofagia vital permanezco desde hace años, a la par de los tiempos que vivo. He dejado de mantener principios seculares e inútiles y me he decidido por la personalidad a domicilio.
Todos buscamos ser lo que no somos en un afán incansable por completarnos con otros, como decía Platón en el mito sobre el amor. Una búsqueda impenitente por encontrar el otro yo, pero en todos; como si el amor desperdigado por el mundo y las personas fueran incapaces de concentrarse, de materializarse en una sola. Un amor ecuménico y global que todos practicamos, de una forma u otra.
Pero en mi caso es consciente, sé que me puedo diluir en docenas de mitades, que puedo ser lo que los demás quieran y los demás son lo que yo quiera. Una realidad con personas líquidas que se filtran en la vida de cada uno con la intención de ser todo uno, con la ingenua voluntad de que todos seamos partes del mismo ser.
lunes, 18 de abril de 2011
TODO LO QUE SEA PARA…
Faro Islas Cies |
Estos últimos años hemos conocido bien de cerca la dimensión de esa frase. Los recortes sociales y de los sueldos, la subida de los precios, hasta la velocidad…todo ha sido para o por, aunque lo que uno está seguro es que ha sido para nosotros, pero no tanto por nosotros.
Recuerdo una vez que precisamente en un programa de televisión de humor pedían la opinión de los vigueses sobre la posible venta de las Islas Cies. Algunos –no pocos- de los transeúntes respondían que si eso iba a traer riqueza a Vigo pues que bien venido sea y en ese momento echaban mano de: todo sea por la economía… todo sea por el empleo…todo sea por los jóvenes -decían los más atrevidos-. ¿Y si les preguntasen que el ayuntamiento de Vigo piensa sacrificar vírgenes desde el precioso faro de la isla para salvar la economía? Todo sea por …
Estoy seguro que alguna vez en nuestras cabezas esa frase tomó cuerpo, probablemente en aquel momento en el que nuestra vida necesitaba del sacrificio pertinente -seguro que no el de una virgen- pero quizás el de la inocencia, el de nuestra felicidad, el de nuestra amistad, el del afecto de alguien... Seguro que todos nos dijimos que todo sería para mejor.
Espero que así haya sido, espero que hayan tenido suerte y lo que sobre todo espero es que se hayan salvado de perderse demasiado de ustedes mismos en el intento.
MICRORRELATO: SUEÑO CADUCO.
Su piel estaba a punto de caducar. Sobre ella se cernía algo fatal: una irreversible ceguera táctil. Atormentada por un futuro donde la piel perdería todo el sentido para su cuerpo, recorrió sus labios con las yemas de dos de sus dedos como queriendo interiorizar la sensación del beso que jamás recibió. Lejos de fijar esa imagen, lo que obtuvo fue la leve caricia de unos delicados hilos de fibra de vidrio sobre sus labios. Dejó caer las pestañas sobre sus pupilas de cristal y se imaginó, por última vez, que realmente estaba viva.
martes, 12 de abril de 2011
EL REPLICANTE: LO QUE PASARÍA SI YO FUESE YO
Las redes sociales traen estas cosas, de tan conectado con las personas y el mundo al final me acabo encontrando conmigo mismo, o, al menos, a alguien que se hace llamar exactamente como yo, que aparece en la Red con mi nombre, o el suyo o el nuestro; no lo sé bien. El caso es que hay otro Toni Pilar con el que he tomado contacto, de más allá de Orión -como dirían en Blade Runner-. Semanas atrás, lancé una sonda espacial en forma de e-mail y hoy he recibido respuesta. Hay vida dentro de mi nombre y apellido –me dije- y empecé a elucubrar como soy yo con ese nombre, y me vino a la mente un poema de Ángel González: También un nombre puede modificar un cuerpo. Entonces, pensé si nuestro nombre –que también apellido- nos podría hacer iguales; es decir, si a ese Toni que no soy yo le gusta el pastel de mazapán, no le gusta el tabaco, ni el alcohol destilado, si suele ser borde y emotivo casi a partes iguales, si le falla la memoria como a un viejo, si odia los ruidos, si escribe o cree que lo hace. Y no digamos de nuestro aspecto físico ¿habría alguna coincidencia, algún rasgo común evidente? Para desvelar las dudas recurrí de nuevo a la Red (oráculo moderno) y me descubrí siendo pintor -por cierto, magnífico- y rebusqué en sus fotos algo de mí, como si esperara verme de algún modo agazapado en otra vida.
Por fortuna para Toni Pilar –el otro- no es como Toni Pilar –el que escribe- ni en forma ni en materia, como diría el sabio griego. Pensé que toda búsqueda, en todo viaje, al final lo que uno pretende es encontrarse a sí mismo, yo por lo menos he encontrado mi nombre. Un nombre que no es más que un título, una forma de iluminar una vida como dice el poeta.
Yo os invito a que admiréis mis dibujos y pinturas y dejéis de dar vueltas a este absurdo artículo (esto lo dice el otro Toni Pilar y le doy la razón)
sábado, 9 de abril de 2011
EN NOMBRE DEL PRONOMBRE
Yo que te amo, yo que te acogí en mi vida, yo que te cuidé, yo que te pregunté cómo estabas cuando pasabas frío o hambre, yo que te di mi cuerpo sin medida, yo que te vi de lejos cuando te estorbaba, yo que vigilaba tu respiración, yo que te leía y te escribía, yo que te esperaba para que no me esperaras, yo que sabía el código de tu mirada más abyecta, yo que no dudaba en beber tus lágrimas y secar tu desesperanza, yo que no sabía otro nombre de mujer que el tuyo, yo que no quisé mirarme por no perderte de vista, yo que supe beber y emborracharme hasta con tu aliento, yo que desconocía territorio más allá de tu voz, yo que no quise comer mis miedos por debilitarte, yo que no sé dónde habito porque sólo me siento ocupado por ti, yo que emmudezco para llenarme de tu voz, yo que me diluyo en el hielo de tu abrazo, yo que limito contigo por el pronombre y que me llamo YO por no desagradarte...no deseo otra cosa que ser tú.
viernes, 8 de abril de 2011
RELATO: COSAS DE MADRES
El 27 de julio de 1997, mi madre y yo disfrutábamos
de una plácida tarde de Sol en la playa de Duaritz, cerca de Donosita. Tres
días atrás había cumplido 3 años y para tal ocasión mi madre me había regalado,
entre otras muchas cosas, un juego de moldes de animales para crear mi
particular zoo con arena. Cuando me disponía a dar vida a un elefante africano,
un enorme balón Molten de voley playa color amarillo, azul y banco chocó contra
mi cabeza como aquel meteorito que extinguió los dinosaurios hace 65 millones
de años lo hizo contra la
Tierra. Mi madre, me dijo después que del balonazo caí
violentamente contra la piedra que ella utilizada a modo de reposacabezas, lo que
me produjo una enorme brecha a la altura del lóbulo parietal. Yo no me acuerdo absolutamente
de nada, desde el instante en que sentí ese golpe seco en mi cabeza perdí el
conocimiento hasta varias horas más tarde.
Mi madre me dice que jamás lo pasó tan
mal, sino llega a ser porque los servicios de emergencia actuaron rápidamente
cree que hubiera sido mi último día de playa, de Sol y de vida; vamos que me
hubiera extinguido allí mismo. De aquello sólo me queda la cicatriz que permanece
oculta bajo mi abundante mata de pelo, únicamente distinguible al palparla como
las costuras de un balón de voley. Pero a mi madre se le quedó una herida que
tardó en cicatrizarle, de hecho tras aquel accidente buscó al chico que hizo el
remate certero a mi indefenso cráneo y lo denunció. No contenta con la
sentencia que le dejaba exento de toda culpabilidad, pero no al ayuntamiento
que fue multado y obligado a prohibir el juego con pelota en toda la playa, mi
madre siguió persiguiendo al chico hasta lograr que le condenaran por tráfico
de drogas. Lo cierto es que no lo hizo sola, contó para ello con la ayuda de su entonces
exmarido, vamos mi padre biológico, que por entonces estaban separados y que a
raíz de aquello y de hacer propia su lucha contra el terrorista de la pelota de
voley volvieron a unirse. No le fue excesivamente complicado amargarle parte de
su juventud al chico ya que mi padre es comisario de policía y mi madre fiscal
por lo que llevan en la sangre eso de hacer prevalecer la justicia y de
aplicarla hasta sus últimas consecuencias.
Debo decir que jamás una pelota unió tanto, ni en el fútbol, porque mi
madre no se cansaba de poner a parir a mi padre desde que empecé a tener uso de
razón, y debo decir que con razón porque la dejó con el bombo de mí a los pocos
meses de saber que yo llegaría. Aun no sé qué pasó realmente entre ellos en
esos meses de encarnizada lucha por hacer justicia playera ni por qué mi madre
quiso tomar cumplida venganza de aquello que no fue más que un desafortunado
accidente. Lo cierto, es que a veces uno no sabe qué mueve a las madres a hacer
ciertas cosas como volver con el hombre que la dejó cuando estaba embarazada
o de guardar aquel balón Molten de voley playa color amarillo, azul y banco en
un lugar privilegiado del salón, como la cabeza de un elefante africano.
jueves, 7 de abril de 2011
DE PARADOJAS, POLÍTICOS, JÓVENES Y ESTATUAS
Las estatuas humanas de La Rambla anuncian movilizaciones, escuchaba ayer en algún programa de noticias. Me gustó, me gusta que las cosas sean paradójicas, que no sean lo que se supone que son o deben ser, de hecho hay muchas cosas contradictorias pero que no sabemos que son así por lo que pasan por normales. Una de mis aficiones ocultas es la búsqueda de paradojas, sin ir más lejos ayer supe que la Eurocámara rechazó una serie de medidas de austeridad para los eurodiputados, entre ellas viajar en clase turista, no cobrar dietas y congelarse los sueldos; evidentemente no salió adelante, eso sería contradictorio con su condición de político, ¡lástima! no hay paradoja en este caso (todo esto mientras Portugal pedía el rescate económico a la UE).
¿Para qué sirve un político? parafraseando el título de la película de Tom Fernández (¿Para qué sirve un oso?) pues está claro: para no incurrir en paradojas, la paradoja sería que se rebajaran los sueldos, que viajaran como la gente de a pié, que no cobraran dietas, que ficharan y trabajasen y que tuvieran sentido común…. No busquemos más, los políticos son coherentes. De hecho hay pocos -o ninguno- que hayan podido ser convencidos en el Parlamento de la opinión contraria a la que mantenían, pocos que hayan dejado su partido por ir en contra de sus principios y pocos los que se van cuando estorban; en fin, la mayoría son gente congruente y razonable, como digo.
¿Puede ser una paradoja que miles de jóvenes salgan a la calle pidiendo trabajo, casa o pensiones? Evidentemente, no ¿verdad? Por eso lo hacen hoy en Madrid. Quizás lo paradójico es que no lo hayan -hayamos- hecho antes, que apelen al efecto contagio para hacerlo cuando hay tanta gripe de desánimo y apatía; tanto futuro desangelado.
Es una búsqueda ardua la de encontrar paradojas, como se puede ver, en este mundo ordenado y sensato. Vamos a ver qué ocurre con las estatuas de La Rambla, estoy por pensar que son una metáfora de nosotros mismos más que una paradoja en este tiempo hostil y propicio al odio, donde, de tan indignante, hasta las estatuas se movilizan.
miércoles, 6 de abril de 2011
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