Chico, ese árbol que ves ahí lo traje en este bolsillo...

domingo, 5 de febrero de 2012

MICRORRELATO: SOL Y SOMBRA

Amador se había hecho cuidador de ancianos porque rodeado de personas vulnerables él no se sentía amenazado. Eso es lo que yo pensé al poco tiempo de entrar a trabajar como director en la residencia Dulce sol. Anteriormente, yo había trabajado en  Sanisol y en Bello horizonte. Es curioso eso de los nombres de los centros de mayores, como si el viejo en vez de querer estar tranquilo los últimos años que le quedan lo que buscase es un broceado ideal.
Me pasé varios años en Dulce sol, hasta que me fui a la residencia en la que estoy, Geriasol. Pues, como digo, en ese periodo en Dulce Sol, conocí a Amador. Era mi mejor trabajador y el único hombre. Era dulce y alegre, ideal para la residencia en la que trabajaba, o en cualquier otra que llevara en su nombre sol, luz, amanecer, S.A o S.L.; porque era ideal para todas, vamos.
Cuando me fui, por discrepancias con los propietarios, él se apenó mucho; así me lo confesó en la única conversación que tuvimos fuera del centro. Me mostró su pesar por mi marcha y me felicitó por la buena gestión que había llevado esos años, me dio un abrazo sincero y nos despedimos hasta otra ocasión.
¿Por qué dije que a Amador le gustaba trabajar con gente vulnerable para no sentirse amenazado?

Probablemente porque su interior contenía una penumbra que me era familiar.