Chico, ese árbol que ves ahí lo traje en este bolsillo...

viernes, 6 de mayo de 2011

RELATO:FUNCIONARIAS CETÁCEO


Perecían un grupo de delfines, de esos que sirven de fondo de pantalla en un ordenador. Si permanecías a cierta distancia, podrías jurar que se comunicaban por carcajadas. Cada una de ellas tenía una risa con un color y un tono particular, con su sello propio. Cuando alguna emitía una carcajada las demás la seguían al unísono como un coro bien acompasado.
Llenaban de alegría los largos pasillos del impoluto edificio acristalado. Los usuarios en vez de hacerles preguntas o solicitarles algo les echaban peces, que ellas, prestas y ágiles, recogían al vuelo como si su medio no sólo fuese el marino. Se tocaban sus ropas de colores, como en un gesto de reconocimiento mutuo, de evidencia feliz. Se enseñaban sus crías, gozando colectivamente de pertenecer a la misma especie animal.
Todas eran altas y rubias, y si no eran altas saltaban hasta los techos, precipitando su cuerpo a la superficie provocando un estallido de alegría que salpicaba a todas las oficinas. Y si no eran rubias, no pasaba nada, se engañaban las unas a las otras con educación y alivio recíproco.
Algún político al verlas aplaudía con complicidad, lo que las excitaba aún más. Ellas respondían levantándose en sus colas y aplaudiendo con sus aletas. Pasadas unas horas, que hacían coincidir con la hora del café, se marchaban con la sonrisa en su prominente morro, deslizándose ágiles por entre los pasillos, tras las puertas y bajo las mesas coralinas del ayuntamiento.

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