No puedo dormir, y creo que jamás he podido
dormir. Habito la búsqueda invasiva del sueño, sin llegar nunca a poseerlo.
Tiño de bostezo la artería gris de este parámetro desnudo que es la vigilia
indeseada, el cuerpo enhuesado. Nadie me pude probar que he dormido, nadie
puede decir que me ha visto con los párpados
mudos, nadie me puede hablar de un sueño que haya creado mi mente, nadie
ha visto mi rúbrica en una pesadilla que haya construido mis miedos y mis
miserias. Y es que sigo aquí alumbrándome con mi presencia, con mi luz de faro
de aumento, y no puedo sembrarme más que con esta vigilia, no puedo adormecer mi culpa, o engatusar a mi
pesadumbre, no puedo desprenderme de mí ni un segundo y vivo contemplándome líquida
y densamente con estos dos ojos, demasiados, como dos bolas de helado
derretidas.
No hay comentarios:
Publicar un comentario