Chico, ese árbol que ves ahí lo traje en este bolsillo...

viernes, 13 de mayo de 2011

PARA ESCUCHAR MIENTRAS SE LEE Y LEER MIENTRAS SE ESCUCHA


No puedo dormir, y creo que jamás he podido dormir. Habito la búsqueda invasiva del sueño, sin llegar nunca a poseerlo. Tiño de bostezo la artería gris de este parámetro desnudo que es la vigilia indeseada, el cuerpo enhuesado. Nadie me pude probar que he dormido, nadie puede decir que me ha visto con los párpados  mudos, nadie me puede hablar de un sueño que haya creado mi mente, nadie ha visto mi rúbrica en una pesadilla que haya construido mis miedos y mis miserias. Y es que sigo aquí alumbrándome con mi presencia, con mi luz de faro de aumento, y no puedo sembrarme más que con esta vigilia,  no puedo adormecer mi culpa, o engatusar a mi pesadumbre, no puedo desprenderme de mí ni un segundo y vivo contemplándome líquida y densamente con estos dos ojos, demasiados, como dos bolas de helado derretidas.



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