Paseaba
por la Rue Chevalier,
en dirección a la Place
Blanche. Recibí su llamada y no tarde en contestarle. Solía
llamarme en la hora de la comida, comíamos juntos aunque solo nuestra voz. Me
contaba las cosas que le hacían exasperarse: las rutinas, el trabajo atrasado,
la apatía de su compañera, lo comentarios sugerentes de su jefe...
Entre bocado
y bocado, fuimos aparcando silencios que acabaron devorarando todas nuestras
palabras. Un buen día dejó de llamarme en su hora de la comida, me comentó que
no tenía tiempo. Al cabo de unas semanas tampoco después del trabajo y al
final, llegó el final, sin más. Por eso cada vez que recorro el camino desde la Rue Chevalier hasta Place
Blanche la recuerdo. Recuerdo el sonido que hacía cuando masticaba, el merci al camarero cuando le servía y , sobre todo, su taconeo por
la calle de adoquines camino de su despacho de Matignon.
Lo
cierto es que, desde entonces, he intentado dar esquinazo a esas calles. Eludo
la ruta habitual y me desvío por Rue
Avignon, dando un rodeo para
evitar cruzar la Place Blanche.
Cuando sé que todo ha pasado me siento liberado como el ladrón cuando aprieta
el acelerador.
Queriendo
ignorar que, para mí, todo, incluidas las calles, permanecerá adoquinado.
Creo que lo que más pena me da, es que se acabe sin más. Siempre, sin más. Tan real, tan hiriente, tan triste. Sin más.
ResponderEliminarVuelve a la Place Blanche... búscala... quizás te tropieces con ella de nuevo. Intentalo.
ResponderEliminarLas cosas se acaban sin más, es cierto, sin saber muy bien cómo.
ResponderEliminarNo, ella no volverá, no sabe ni quiere buscarlo...Estoy seguro.
Gracias.
La ilusión mantiene viva la esperanza, una llamada de teléfono, un mensaje, un café, un cine,un paseo, cosas por compartir. Triste cuando llega el final, esa complicidad desaparece, vuelves a la realidad, tus pies vuelven a tocar el suelo.
ResponderEliminarTROYA
Todo queda adoquinado, quizás para llamar al olvido sólo quede andar despacio.
ResponderEliminarGracias
Bonita descripción. Todo tiene un final, incluso el final lo tiene. A veces sólo nos queda aprovechar al máximo el presente, lo sabemos y estamos conformes aunque como la muerte, no nos guste.
ResponderEliminarAna