Yo que te amo, yo que te acogí en mi vida, yo que te cuidé, yo que te pregunté cómo estabas cuando pasabas frío o hambre, yo que te di mi cuerpo sin medida, yo que te vi de lejos cuando te estorbaba, yo que vigilaba tu respiración, yo que te leía y te escribía, yo que te esperaba para que no me esperaras, yo que sabía el código de tu mirada más abyecta, yo que no dudaba en beber tus lágrimas y secar tu desesperanza, yo que no sabía otro nombre de mujer que el tuyo, yo que no quisé mirarme por no perderte de vista, yo que supe beber y emborracharme hasta con tu aliento, yo que desconocía territorio más allá de tu voz, yo que no quise comer mis miedos por debilitarte, yo que no sé dónde habito porque sólo me siento ocupado por ti, yo que emmudezco para llenarme de tu voz, yo que me diluyo en el hielo de tu abrazo, yo que limito contigo por el pronombre y que me llamo YO por no desagradarte...no deseo otra cosa que ser tú.
Todos/as tenemos una persona en nuestras vidas que ha marcado un antes y un después,su presencia era absolutamente necesaria para que nuestra existencia fuese plena, así nos lo hace ver nuestro egoísmo. Pero que frustrante y a la vez gratificante poder decir que lo hemos vivido.
ResponderEliminarGracias por hacerme llorar Toni. Troya.
Todas esas personas son una especie de hitos que marcan el camino que vamos dejando. No hay muchos más secretos...Lo importante es seguir.
ResponderEliminarUn amargo trago el almibar no recibido...
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