Chico, ese árbol que ves ahí lo traje en este bolsillo...

viernes, 8 de abril de 2011

RELATO: COSAS DE MADRES


El 27 de julio de 1997, mi madre y yo disfrutábamos de una plácida tarde de Sol en la playa de Duaritz, cerca de Donosita. Tres días atrás había cumplido 3 años y para tal ocasión mi madre me había regalado, entre otras muchas cosas, un juego de moldes de animales para crear mi particular zoo con arena. Cuando me disponía a dar vida a un elefante africano, un enorme balón Molten de voley playa color amarillo, azul y banco chocó contra mi cabeza como aquel meteorito que extinguió los dinosaurios hace 65 millones de años lo hizo contra la Tierra. Mi madre, me dijo después que del balonazo caí violentamente contra la piedra que ella utilizada a modo de reposacabezas, lo que me produjo una enorme brecha a la altura del lóbulo parietal. Yo no me acuerdo absolutamente de nada, desde el instante en que sentí ese golpe seco en mi cabeza perdí el conocimiento hasta varias horas más tarde.
Mi madre me dice que jamás lo pasó tan mal, sino llega a ser porque los servicios de emergencia actuaron rápidamente cree que hubiera sido mi último día de playa, de Sol y de vida; vamos que me hubiera extinguido allí mismo. De aquello sólo me queda la cicatriz que permanece oculta bajo mi abundante mata de pelo, únicamente distinguible al palparla como las costuras de un balón de voley. Pero a mi madre se le quedó una herida que tardó en cicatrizarle, de hecho tras aquel accidente buscó al chico que hizo el remate certero a mi indefenso cráneo y lo denunció. No contenta con la sentencia que le dejaba exento de toda culpabilidad, pero no al ayuntamiento que fue multado y obligado a prohibir el juego con pelota en toda la playa, mi madre siguió persiguiendo al chico hasta lograr que le condenaran por tráfico de drogas. Lo cierto es que no lo hizo sola,  contó para ello con la ayuda de su entonces exmarido, vamos mi padre biológico, que por entonces estaban separados y que a raíz de aquello y de hacer propia su lucha contra el terrorista de la pelota de voley volvieron a unirse. No le fue excesivamente complicado amargarle parte de su juventud al chico ya que mi padre es comisario de policía y mi madre fiscal por lo que llevan en la sangre eso de hacer prevalecer la justicia y de aplicarla hasta sus últimas consecuencias.  Debo decir que jamás una pelota unió tanto, ni en el fútbol, porque mi madre no se cansaba de poner a parir a mi padre desde que empecé a tener uso de razón, y debo decir que con razón porque la dejó con el bombo de mí a los pocos meses de saber que yo llegaría. Aun no sé qué pasó realmente entre ellos en esos meses de encarnizada lucha por hacer justicia playera ni por qué mi madre quiso tomar cumplida venganza de aquello que no fue más que un desafortunado accidente. Lo cierto, es que a veces uno no sabe qué mueve a las madres a hacer ciertas cosas como volver con el hombre que la dejó cuando estaba embarazada o de guardar aquel balón Molten de voley playa color amarillo, azul y banco en un lugar privilegiado del salón, como la cabeza de un elefante africano.

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