Chico, ese árbol que ves ahí lo traje en este bolsillo...

lunes, 25 de abril de 2011

RELATO:CONFESIÓN DE UN HOMBRE POLIÉDRICO

 
He asumido mi papel poliédrico. Sé que para unas mujeres soy un amante del cual extraen la dosis de placer para una temporada. Para otras soy el compañero de aventuras y de viajes imprevistos. Para otras soy el amigo que les acompaña a tomar copas para evadirse de una semana de estrés. Para otras la persona que le da el cariño que ningún otro le puede dar.
Soy una persona múltiple. Que no quiere decir que tenga una personalidad múltiple. Por lo menos no debe entenderse como un trastorno de la personalidad, sino que  la personalidad es fragmentaria, carente de un único perfil. Soy el albacea de todas las almas y, a la vez, un alma compartimentada.  
Todos depositamos nuestras capacidades en la mesa y cada cual va consumiendo el sustento  que el otro pueda proporcionarle, sin reparos ni malas conciencias, como en una eucaristía profana. Cada uno se alimenta de la parte del otro que más desea, más necesita o más ambiciona. En ese juego de antropofagia vital permanezco desde hace años, a la par de los tiempos que vivo. He dejado de mantener principios seculares e inútiles y me he decidido por la personalidad a domicilio.
Todos buscamos ser lo que no somos en un afán incansable por completarnos con otros, como decía Platón en el mito sobre el amor. Una búsqueda impenitente por encontrar el otro yo, pero en todos; como si el amor desperdigado por el mundo y las personas fueran incapaces  de concentrarse, de materializarse en una sola. Un amor ecuménico y global que todos practicamos, de una forma u otra.
Pero en mi caso es consciente, sé que me puedo diluir en docenas de mitades, que puedo ser lo que los demás quieran y los demás son lo que yo quiera. Una realidad con personas líquidas que se filtran en la vida de cada uno con la intención de ser todo uno, con la ingenua voluntad de que todos seamos partes del mismo ser. 

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