A menos de un km de donde vivo se extienden kilómetros de costa cantábrica. Quizás en un afán de simulación emocional, como si un juego en 3D se tratara, me imaginé que una ola gigante invadía todo lo que ahora me rodea. Intenté adivinar la desesperación del que no sabe adónde volver, intenté sentirme un náufrago en mi mundo, como un recién nacido al que nadie lo recibe, con su misma indefensión y aturdimiento primero....pero no lo conseguí.
Quizás los japoneses, con su ingenio y sus destrezas, consigan algún día esa máquina de simulación emocional, pero lo que sí han conseguido es emocionarme y conmoverme con su dolor contenido.
todavía mucho que aprender de ellos. besote
ResponderEliminar