Su sombra alargada y frágil se estiraba hasta el infinito sobre la cúpula del Niemeyer. En lo alto del escenario, el cantante de Vetusta Morla imitaba la voz de Joe Cooker en Unchain My Heart. Yo buscaba el mejor ángulo para que la foto saliera perfecta: paso hacia la izquierda, dos atrás... buscando el tiro idóneo. Mientras, ella, iluminada por un implacable foco situado a sus pies, mantenía su mirada fija en mí, como si quien fotografiara ese instante no sólo fuera yo. Tras disparar sonreí y le dije: estás de cine bombón, pareces la prota de una peli de cine negro.
Cuando acabó aquella canción, el cantante pidió disculpas porque una sombra proyectada sobre la cúpula le había hecho olvidarse de la letra por unos segundos.
Buena parte del público miró hacía donde nosotros habíamos estado, pero para entonces ni nuestros cuerpos ni sus sombras eran ya visibles.
Claudia volvió a Uruguay aquel verano de 2008.
Jamás contemplé una sombra que emitiera tanta luz.
Cuando acabó aquella canción, el cantante pidió disculpas porque una sombra proyectada sobre la cúpula le había hecho olvidarse de la letra por unos segundos.
Buena parte del público miró hacía donde nosotros habíamos estado, pero para entonces ni nuestros cuerpos ni sus sombras eran ya visibles.
Claudia volvió a Uruguay aquel verano de 2008.
Jamás contemplé una sombra que emitiera tanta luz.
Si es q el Niemeyer da para muchos micro y macrorelatos.
ResponderEliminarQ gusto leerte de nuevo Don Toni
Todo, mirado de la forma adecuada, da para un relato; pero el Niemeyer incita más a ello. Saludos
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