Esa
manodistancia con la que cambias
de
canal amoroso:
De
una alegría a un desengaño.
De
un te extraño a un no quiero verte.
De
un noticiario a un no te hago caso.
Todo
con ese manodistancia al que me sometes
a
diario.
Por
muy cerca que estés,
por
muy próxima que te halles,
por
muy doméstica que parezcas.
Siempre
usas esa manodistancia que hace de tu
ternura
una retransmisión vía satélite.
Que
hace de tus manos una imagen en punto de nieve.
En
ocasiones, cuando golpeas mi cuerpo
contra
el tuyo con la aparente necesidad
de
encenderlo,
como
si mi cuerpo y mi ánimo no pudieran
sentirse
abatido ni apagado,
y me pulsas insistentemente sobre mi beso
hasta
hundir tu beso en mis labios…
En
ese momento…
Yo
me vuelvo borroso como tus promesas,
y
me resintonizas manualmente sin distancias,
pero
sin preguntarte si realmente mis pilas
están
vacías, si no tienen nada.
En la vida, como en la manodistancia
ResponderEliminara veces consiste en tocar el botón adecuado
y el espéctaculo está servido
Exacto! pero nunca en hundir el botón..Saludos
ResponderEliminarcreo que todos nos hemos sentido alguna vez o varias así...como si nos manipularan cuando en realidad nos dejamos pero aqui la clave esta en el grado de enamoramiento que tenga cada uno y por tanto de "poder" sobre el otro...y luego lo curioso es que lo vuelves a vivir y es al contrario....
ResponderEliminarLa manodistancia es una constante en las relaciones. Es cierto todos la hemos sentido alguna vez, dándonos cuenta o no, dejando que la la distancia no sólo fuera mano sino apoderándose de todas las partes. Un arbazo
ResponderEliminar