Chico, ese árbol que ves ahí lo traje en este bolsillo...

miércoles, 2 de febrero de 2011

RELATO: DE COMPROMISOS Y ESPERAS

Desde hace unas semanas recibo con insistencia llamadas, sms y e-mails ofreciéndome descuentos y ofertas para comprar un móvil nuevo. La razón no es otra que mi contrato de permanencia con mi compañía de siempre está a punto de expirar y no pueden pasar sin mí ni un minuto más. Todos los días recibo dos llamadas suyas, una a las 11:25 y otra a las 17:25, lo sé porque  me he preocupado en estudiar su frecuencia y he puesto dos alarmas con esas horas que saltan en el momento justo  en el que intentan ponerse en contacto conmigo. Así, ya estoy sobre aviso, me pillan una vez pero no más.  Confieso que me gusta hacerme de rogar, a quién no. Me gusta que me manden correos con ofertas cada vez más jugosas, primero 30 €, después 50 € y la última oferta fue de 80 € para canjear junto con mis puntos –mi amor cada vez es más caro- . Si bien me gustan sus sms y sus correos porque parecen cartas de amor de una empresa desesperada, sin embargo sus llamadas  me parecen soberanamente pesadas como las de una madre que tiene un problema ficticio y que busca que tú le des la razón en todo, sin soltar apenas una sola palabra. Me cuesta dar la razón y más cuando sé que si se la doy no me volverán a mandar e-mails hasta que mi compromiso se acabe de nuevo y ése es un vacío que aún no quiero llenar.
Siempre me costó mantener los compromisos (de todo tipo), realmente el compromiso que he mantenido más tiempo (9 años) con algo o alguien que me mande cartas y me pueda llamar por teléfono es con esta compañía. Pero ahora, me siento en ese impás en el que no sé si romper con ella o seguir hasta ser cliente oro. Necesito tomarme un tiempo.
Como decía, siempre me costó mantener los compromisos y muy especialmente los sentimentales. Si la memoria no me falla, creo que yo he sido el que ha roto con todas mis parejas, pero con casi todas he querido volver. Quizás sea resultado de mi monogamia múltiple o simplemente que soy un animal de costumbres o también porque pensaba que podría ser la última y que no podría encontrar a nadie más. No lo sé, el caso es que ninguna quiso volver conmigo, todas ellas tenían más orgullo que yo o simplemente se dieron cuenta que no merecía tanto la pena. El caso es que yo no cejaba en el empeño, especialmente con alguna, y las llamaba o les escribía poemas o relatos hasta que ya el silencio o el desdén acababa por echar el cierre a esa relación por agotamiento del remitente.
Está claro que mis compromisos de permanencia en la vida de otras personas siempre tenía fecha de caducidad y que los puntos que ellas me daban por los múltiples y diferentes virtudes que podría tener no me eran razón suficiente para renovar tal compromiso.
Hoy, miércoles,  recibí una llamada a eso de las 11 y pico de la mañana, el silencio previo a la primera palabra, como si el sistema de llamadas automáticas estuviera eligiendo la operadora designada,  me alertó de la posibilidad de que mi compañía cambiara de estrategia al comprobar lo infructuosa que había sido conmigo su táctica hasta ahora, así que me anticipé y le dije sin dejar tiempo a la réplica: No quiero saber nada, quiero seguir como hasta ahora sin compromiso alguno,  más adelante ya veré. No vuelva a llamarme, por favor. Adiós
Inmediatamente después recibí un sms con una oferta aún mejor que las anteriores y con mejores condiciones de llamada. Pensé que no desistirían hasta lograr que siguiera con ellos, algo que me hizo sentir aún más deseado. No sabía hasta dónde y por cuánto tiempo ellos seguirían con esto. Algún día esto se acabaría, es lógico pensar que pueden llegar hasta un punto y no más allá.
Son las 17:04, espero que no se atrevan de nuevo a llamarme, puede ser la línea roja que separe nuestro destino como cliente y compañía, si un cliente te dice lo que he dicho yo esta mañana debe respetarlo, en sus buenas prácticas debe estar contemplado, por lo menos en la empresa donde yo trabajo lo tenemos como un credo. Una cosa son los sms y los e-mails que puedes eliminarlos sin abrirlos y otra que te molesten con varias  llamadas diarias. Además hoy he quedado con Cecilia,  ella me ha pedido que nos viéramos para hablar. No esperaba encontrarme con ella después de 4 meses insistiéndole.

 Hoy es jueves, son las 11:25, y estoy llamando a Cecilia para confirmar la renovación de nuestro compromiso. Permanezco a la espera.


2 comentarios:

  1. Me gusta la comparación, buen relato. Espero que sigas comprometido con esta tarea por mucho tiempo y me tengas a la espera de tus relatos.
    Troya.

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  2. Muchas gracias, querida lectora. Yo también espero seguir comprometido por mucho tiempo con las palabras y no tanto con los números de teléfono. Saludos

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