Chico, ese árbol que ves ahí lo traje en este bolsillo...

lunes, 21 de febrero de 2011

MICORRELATO: ASESINATO EN DO MAYOR.



A Irene Arietis
Rompió las cerdas de su arco con odio, como si de ellas provinieran las notas que rompían la armonía.
Wendy Sutter
Desde el palco lo vi todo con claridad, clavaba su arco en las cuerdas como si de un cuchillo se tratase. No era música lo que de allí salía sino vísceras sonoras. Su mano izquierda pisaba con sus dedos las cuerdas del mástil, como si le estuviese hundiendo los ojos. Agitaba el cuerpo del violoncello como si así el arma homicida se clavara en las partes más vulnerables y blandas del instrumento, haciéndole gritar con agudos más intensos y desgarradores. La melena castaña de la violoncelista simulaba  el cordaje del instrumento y la sonoridad envolvía el teatro como el grito de un electrocutado.
Cuando cesó el quejido desgarrador del instrumento, el público se levantó exultante inundando de vítores y  aplausos todo el auditorio; como si el violoncello, ahora hierático y exangüe, fueran el único culpable de la belleza de su música.

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