Esta mañana, esperando el
bus de las 11:00, como siempre en la parada de Su eminencia, lugar famoso por ser un animado punto de encuentro entre
meretrices, puteros y chulos; tuve el privilegio de sentirme como una
mujer atractiva y seductora, vamos lo que se dice una mujer sacacorchos
por aquello de que hace que se retuerzan los cuellos, aunque sólo fuera
por el número de miradas masculinas que sobre mi apolíneo cuerpo se
posaron en los interminables 17 minutos y 37 segundos de espera. Pero la
cosa no quedó ahí. Mientras intentaba poner cara de "esperador de bus" y
no de chapero -bien es cierto que aunque quisiera no sabría ponerla-;
pues digo, mientras esperaba, oi el claxón de un coche que se había
parado a mi altura, yo ante la insitencia miré al conductor y para mi
sorpresa tenía delante un hermano latino con rostro de Montezuma que me
sonreía con jocoso ademán, quien sabe si creyendo que en Su eminencia
habían puesto un nuevo servicio que encajaba más con sus inclinaciones
sexuales, o simplemente que con el claxón intentaba llamar la antención
de los que por allí pasaban ejecutando el chascarrillo sonoro de "¡anda
miren, un chapero!" Yo le miré cuatro segundos: el primer segundo para
saber a quien pitaba, el segundo para darme cuenta que el hermano latino
me pitaba a mí, el tercero para saber cuáles eran sus intenciones y en
el cuarto segundo lo reparti entre reprochar a Hernán Cortés por lo
blando que fue en nuestros territorios de ultramar....y en pensar para
mis adentros: ¿hermano latino yo que te di cobijo como español, quieres acaso que además te dé agujero?
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