La soledad es un farol certeramente apedreado, sobre ella me apoyo.
A. González
Fieramente pero no humanamente –seguimos con alusiones a poetas- el Excelentísimo Ayuntamiento de Alicante quiere limpiar las calles de mendicantes, eso sí sin distinción de nacimiento, raza, sexo, religión, opinión –como bien manda la Constitución- con la intención de que hombres y mujeres de orígenes, razas, sexos, religiones y opiniones diversas paseen solos u acompañados sin incómodos asedios. Quizás el gobierno municipal, con la intención última de dar lustre a las hermosas calles alicantinas, cree que quitando el generoso óbolo donado por ciudadanos solos u acompañados -tal como se borra una tilde- puede hacer desaparecer a esos hombres y mujeres de las calles, como un borrón en un reglón torcido. Nada más lejos de la realidad –siempre tozuda, por cierto- porque ni quitando esas monedas de las manos, el mendigo desaparece, ni eliminando la tilde de solo, los que se sienten solos se sentirán más acompañados.
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